Si algo puede definir a la poesía es esta frase: “la luz que se empoza en las sombras”. La poesía no solo es la suprema expresión de aquella experiencia, casi siempre gratificante y a veces dolorosa, de ablución (limpieza de la palabra y también de las emociones y hasta de la conciencia). Es, además, el parto de la luz. Esa luz que, terca, insobornable y hasta insolente, “se empoza en las sombras”, en las áreas grises y en los bajos fondos del espíritu ennobleciéndolo todo. Grover Gonzáles Gallardo lo sabe porque es poeta y nos lo comunica en este que es su segundo libro. El primero, llamado Manantial en el espejo, traía una poesía con mucho erotismo, con la piel desnuda casi perdida en la fricción. Ahora es, me atrevería a decir, menos carnosa, casi un sueño como naufragio escindido del silencio. Pero, eso sí, siempre vigorosa. Poesía que, a pesar de que habla de la sombra y de la noche que es una cicatriz/ que murmura la tormenta, se niega a convertir sus palabras en una apología de la oscuridad (como suele ocurrir con la buena poesía, con la poesía verdadera), se comporta como aquello que ya he mencionado al principio y que constituye uno de los más bellos versos de nuestro poeta. Esto es la poesía de Grover: diamante luminoso en medio del carbón. Léanla y me darán la razón.

Umbral del sueño
Preludio
¿Quién se desnuda tan deprisa en este sueño?
Vórtice/ Ramaje de sombras
Cenizas del aire
Alas del vértigo
Piel/ Mariposas en calma
Azul de piedra/ Azul de pájaros
Latido distante
Murmullo de sueño
A la sombra de mis pasos
Vigilia del sueño
Piel/ Cascajos del alba
Rara avis
La plegaria de Takaynamo (La serpiente de luz moraba las sombras)
Asterismos
Bajo la oscuridad de las estrellas
Delirio cromático
Fata Morgana
Pathos
Mi sueño es un puñado de pájaros
Sindérisis
A cielo abierto
Tu piel se extingue en mis labios
Soledad/ Lluvia que fecunda la memoria
Tu carne se enraíza en mis sueños
Contemplación del fuego
Aunque declinen las moléculas
Los dioses murmuran cuando las sombras caen
La estela del sueño (Bajo la esfinge, Tutmosis IV, 1400 a. C.)
Fuego en la niebla
Un poema no sirve para enamorar a una muchacha
Llama efímera
Horror al vacío
Flor en el desierto
Frondas del cielo
Espejo de sol
La piedra se enciende en el aire
Tensar el espacio-tiempo
Ápice
Oleaje de estrellas/ Oleaje de sombras
Ceniza de cielo/ Ceniza de carne
Furor del karma
El cielo se desnuda de sus pájaros
Oscuridad de los espejos
Huellas de brisa
Te enceguecen las estrellas cuando sueñas en la mente de los pájaros
Fuego imperfecto
Mantra
Esculpir la aurora
Andadura
Hojarasca
Soñar es diezmar las sombras
Chan-Chán
Desvelo
Médula
Sueño/ Velero de sombras
Poiesis
Vaivén/ Vértebras que dislocan el paisaje
Modalidades de la muerte
A la luz de las arenas
Deshielo del fuego
Inundar la noche en la sangre de los astros
Inercia
Truismo
Pira/ Fecundar la noche/ Tu sexo en átomos
Quimera
Charco de luna
Cuando mueren los poetas
Limbo/ Lenguas bajo la almohada
Errancia
Páramo/ Púas de sangre
Azul en la distancia
Arte poética
Manifiesto
Vigilia/ Ventana al verdor del sueño
Sitiar la luz entre latidos de sombra
Epílogo: Ante el llamear de la aurora
La realidad es más leve que las sombras